No hay nada como la música para expresar mi/nuestro estado de ánimo. Ella me hace ver, oír, tocar y sentir. Sin ella nada sería. Y con ella todo lo es. Gracias a ella, puedo plasmar lo que siento en mi corazón o lo que quiero expresar a los que tengo a mi alrededor. Música para reír, para llorar o para descansar. Siento su necesidad, y a través de ella puedo, perfectamente, expresar lo que en otro lenguaje me sería imperfecto comunicar.
Después de descubrir esta pieza -cuya canción adjunto aquí- mi mente dispara mil sentimientos y sensaciones. De ellas, la más importante la paz. El sosiego y la tranquilidad después del sufrimiento. "Se acabaron las lágrimas", como reza la canción, para aquellos que sufrieron en su cuerpo y en su alma un amor no correspondido. Matrimonios rotos por infidelidades o celos infundados, amistades no recompensadas o traicioneras, noviazgos resentidos por constantes heridas, ... o incluso los maltratos o insultos de la vida. Frías miradas de culpa reprimida, rompiendo sonrisas de cristal. Espinas que se clavaron hasta el fondo. Porque se acabaron las lágrimas, ya es hora de empezar a andar. Comenzar siempre, porque la vida se acaba, y los minutos se marchan. Oportunidades que no vuelven y que hay que aprovechar. De nada vale estar siempre llorando. ¿Volver marcha atrás? Tal vez. Pero los sueños se gastan. Y ¿si muere el alma? Pues, entonces, romper las cadenas que hacen llorar. Porque después de la tempestad vino la calma. De la agonía del Calvario, a la alegría de la Resurrección.
Una canción contra el maltrato y la violencia de género. Pero también contra el desamor, la ofensa, la injuria, el ultraje, el daño, y el desprecio. Así que, porque la vida se acaba, quiero aprovechar, siempre comenzar, y no dejar de amar, ni de perdonar. (Canción: "Se acabaron las lágrimas". De Huecco).