miércoles, 19 de mayo de 2010

"Me recordarán como una persona divertida con la que se han reído mucho". Entrevista con el actor y director español, ANTONIO OZORES


Tras 70 años de dedicación al mundo del teatro, del cine y de la televisión nos ha dejado Antonio Ozores. Ese emblemático cómico que hablaba en sus apariciones de una forma rara, que tanto gustaba al público. El Periódico Mediterráneo, de Castellón, publicó la última entrevista que este gran cómico concedió -hace algunas semanas- a un medio escrito.

Más de 160 películas, 200 obras de teatro y varias series de televisión han sido el legado que el actor valenciano Antonio Ozores ha dejado tras su muerte. El emblemático cómico –miembro de la quinta generación de una familia de comediantes- concedió hace algunas semanas esta entrevista al Periódico Mediterráneo, en Madrid. Una de las últimas para un medio escrito. En ella recordaba su amplia trayectoria profesional en el mundo del cine y del teatro. Y su paso por el Teatro Principal de Castellón. “Me recordarán como una persona divertida con la que se han reído mucho” afirmaba este emblemático personaje de Burjasot (Valencia) que siempre se caracterizó por hablar de una forma peculiar y rara, que le granjeó el cariño de su público.

P.- Su familia ha estado siempre vinculada al mundo del teatro. Y usted es fruto de varias generaciones de actores ¿verdad?
R.- Yo tenía que ser actor, porque mis tatarabuelos ya eran actores, allá por el año 1800. Todos en mi familia han sido actores. Y mi hija Emma es ya la sexta generación de cómicos de esta familia. Son ya muchos años en este mundo. Y cómo era algo que venía de familia, yo siempre tuve claro que quería dedicarme a esto… y por lo visto parece que no lo he hecho mal. Ya son más de 70 años desde aquel –mi primer debut- a los 8 años en Barcelona, en una represtación que hice en Navidades. Desde entonces no he parado. Ahora mi hija sigue mis pasos en el género cómico.

P.- ¿Cuál fue su primera actuación y a quién encarnó?
R.- Empecé en Barcelona en una obra de teatro que se llamaba Els pastorets –una representación muy célebre en aquel entonces-. Yo encarnaba a un pastorcito que era el protagonista. Y recuerdo que cobraba cuatro pesetas y el representante se quedaba con cuarenta céntimos. Esa función fue bastante bien y luego comencé con la compañía de mis padres, encarnando diversos papeles (de maquinista, de decorador,…).

P.- Durante tantísimos años ha interpretado a infinidad de personajes y de profesiones. ¿Se identifica con algún papel, en especial?
R.- Dificilísimo. He trabajado en 166 películas, más de 200 obras de teatro. He protagonizado series de televisión, dirigido cine y teatro, escrito también para cine y teatro. También he escrito cinco libros. Son tantísimas cosas las que he hecho. He actuado como reportero gráfico, escocés, estafador, sacerdote, sacristán, obispo, arzobispo, misionero, abogado, juez, pobre, homosexual, monja, jefe de taller mecánico, he vestido de mujer varias veces, de policía, cantante, entrenador, periodista, espía, obseso sexual, taxista, diputado… Son tantísimas las cosas que he hecho y los papeles que he representado que es imposible acordarse. Pero nunca he tenido una preferencia. Depende de las épocas. Pero, por ejemplo: “Los Tramposos” y “15 bajo la lona” me dieron mucho nombre y fama.
P.- ¿Llegó a afectarle la censura propia de la dictadura franquista? ¿Desaprobaron alguna de sus películas o guiones?
R.- Censuraban el guión antes de empezar la película. Y ya ibas con el hándicap de lo que estaba escrito: no podía haber un cura borracho ni un militar homosexual. Ya desde el principio estaban cortados los guiones. Pero a mi parece que eso sí que era bueno porque les obligaba a los guionistas a pensar más y a no a aceptar todo -como ahora se acepta-. Entonces era necesario pensar para realizar obras muy graciosas que no pudieran ser censuradas. Y eso creo que fue bueno –en esa época de la dictadura- porque permitió que se creara más cine cómico español.

P.- El primer concurso que emitió TVE estaba presentado por usted…
R.- Junto a mi hermano José Luis, presenté el primer programa concurso de Televisión Española titulado “Piense, acierte y premio” (en el año 1956). Mi hermano murió y fue una putada porque se fue con 40 años y no pudimos dirigirnos a una ventanilla de reclamaciones para protestar. Pero bueno… Entonces la televisión pública no tenía mucho presupuesto. Cobrábamos por emisión mil pesetas que nos pagaba una casa de televisores. Luego, estrené yo la primera serie en nuestro país.

P.- Su biografía se escribe junto a la de otros muchos actores conocidos. ¿Quiénes fueron muy importantes en su trayectoria?
R.- Es muy difícil decir nombres porque yo he trabajado con toda la profesión. Con los antiguos y con los modernos. Pero quizás, Fernando Fernán Gómez y José Luis López Vázquez merecen una mención especial. Eran un poco más amigos míos. Fernando era un hombre muy interesante, nunca sabías lo que iba a decir. López Vázquez era muy rico y tierno, muy buena persona. Pero, sobre todo, un tremendo actor.

P.- El programa “Un, dos, tres”, de Chicho Ibáñez Serrador, fue crucial para su popularidad…
R.- Es normal. Lo veían 28 millones de espectadores, ya que no había más que un canal y un concurso. Y, claro, 28 millones de espectadores durante cinco años –todos los viernes- era algo sorprendente en aquel tiempo. Yo hablaba de una forma de la que no se me entendía lo que decía y eso es lo que me sirvió para ganar más popularidad. Una idea que surgió porque un día trabajando con Lina Morgan al salir a escena tenía que decir unas palabras y me trabuqué y dije otra cosa. La gente se rió y desde entonces no he parado con la historia. Y siempre me han pedido –allá donde fuera- que hablara de esta singular forma. Que sólo consiste en decir cosas que no tienen sentido, improvisando.

P.- ¿Ha creado usted un género concreto de cine o de teatro, con sus peculiares formas de actuar?
R.- No, yo creo que no. El éxito que haya podido tener es por lo que me he inventado más que por cómo lo he interpretado. A mi me daban los guiones de cine y yo respetando el final de lo que tenía que decir –para que el otro no se perdiera- intentaba decir cosas nuevas o sin sentido.

P.- ¿Está Castellón dentro de su historia personal y profesional?
R.- He estado muchas veces en el Teatro Principal de Castellón. Incluso cuando comencé en la compañía de mis padres. También con Lina Morgan y con Juanito Navarro. Con todos ellos he trabajado infinidad de veces en Castellón. Yo tenía algunos amigos ahí, entre ellos, Joaquín Casanovas, que tenía una fábrica de telas. Recuerdo, también, que me tenían preparado un homenaje en el Festival de Peñíscola y no pudo hacerse porque justo ese año decidieron concluir con ese Festival. En fin, que a Castellón le tengo mucho afecto porque soy valenciano.

P.- ¿Cree que hubiera podido ser merecedor de un premio “Goya”?
R.- Todo lo que he hecho en mi vida –que es mucho- todo lo he hecho en género cómico, porque no he querido nunca llevarme un “Goya”. Y tengo claro que con este género no te llevas nunca nada porque no estas considerado. Sin embargo, creo que ya lo he recibido por parte de la gente. Porque yo he trabajado para el público y no para los intelectuales. Aunque, sí que es verdad que a los intelectuales también les gusta lo que yo hago.

P.- ¿Qué son y significan para usted el humor y la risa?
R.- Nadie ha sabido explicar, exactamente, que es la risa. Pero yo me quedaría con que es salirse de norma, salirse de los tópicos que existen y conseguir que el público se ría. Porque todo el que se ha salido de la norma ha triunfado. Y si, además, eres raro, mucho mejor.

P.- Los humoristas de nuestro tiempo –entre ellos José Mota y Los Morancos- ¿continúan su legado?
R.- José Mota está apuntando bastante bien y también se sale de norma. Hace unas cosas muy raras y eso es lo que funciona entre el público. Pero Los Morancos van por otro camino. Son amigos míos pero van dirigidos a otro tipo de público más fácil.

P.- ¿Cómo le gustaría que le recordasen después de morir?
R.- Yo soy feliz porque estoy conmigo mismo y me divierto conmigo. Lo pasamos muy bien los dos. Yo y el otro yo. Y cuando muera pues no me importa cómo me recuerden. Porque cuando la casque a mi qué me importa lo que piensen. Pero si por algo tienen que recordarme… Hombre pues me recordarán como una persona divertida, con la que se han reído mucho.