miércoles, 31 de enero de 2007

"No estoy al servicio del sensacionalismo; sólo busco la verdad y la parte humana". Entrevista con la periodista PALOMA GÓMEZ BORRERO

Corresponsal de la cadena Cope en Roma y el Vaticano, y en la Televisión Azteca, Paloma Gómez Borrero, conoce a la perfección el mundo del periodismo. Estudió en el Colegio del Sagrado Corazón de Madrid y como aquella película de "Mama quiero ser artista", pues ella dijo "Mama quiero ser periodista". Sin embargo, no todo fue tan fácil como creía, pues tuvo que pedir permiso para entrar en la Escuela de Periodismo porque no tenía la edad suficiente. Le autorizaron la admisión y pasó el examen de preselección correspondiente. Finalmente acabó licenciándose en periodismo. Además, ha sido asidua colaboradora de los programas de televisión de María Teresa Campos. Conocedora óptima de la figura del fallecido papa Juan Pablo II, a quien acompañó a lo largo de todos sus viajes apostólicos. En fin, que por labores no es. Ella misma señala que "me he casado porque no se decir que no".
ENTREVISTA

-¿Es fácil ser corresponsal del Vaticano?
-No es fácil enterarse de la información en un estado tan hermético como el Estado Vaticano. Entre otras cosas porque los monseñores y cardenales no quieren salir en los periódicos ni en la radio. No conceden entrevistas como los ministros, aunque sean ministros del Papa. Por así decirlo, no se mueren por salir en los periódicos.

-¿Se puede ser coherente siendo cristiana y practicante y estar al servicio del sensacionalismo?
-Yo no estoy al servicio del sensacionalismo. Trato de buscar la parte humana y la parte de verdad. Sin más, estuve hace algun tiempo en el programa "Salsa Rosa", un programa que nunca había visto. Me dijeron que iba a ser muy serio, que iban a hablar y analizar la boda real de los Príncipes de Asturias. Luego me di cuenta de que allí había un poco de todo y cuando llegó el momento en el que dije los puntos de vista que me dejaron decir, se lió todo. Alguno que otro, cuando yo conté esa faceta de Doña Leticia de respeto hacia la Iglesia y de devoción, quiso sacar punta y tomarlo a cachondeo. Pero entre tanto yo he dicho lo que quería decir.

-¿Cree que son aptos los medios de información para servir a la verdad?
-Sí, pero antes tienen que formar a la persona y darle conciencia, que se den cuenta del poder que tenemos pero también de la enorme responsabilidad que comporta esa fuerza.

-¿Ha podido cubrir todos los viajes de Su Santidad?
-Sí, desde el mismo momento en que fue nombrado Papa. En el viaje número 100, el Papa me dijo: "Hemos hecho todos los viajes juntos, Paloma". Respondí yo: "Sí, Santidad". Añadió el Papa: "¿Muy cansada?" Le respondí: "Mucho más cansado Su Santidad y con mucha más responsabilidad que la mía".
Otra anécdota que recuerdo con cariño es cuando le dije que había nacido mi nieta y que me gustaría mucho que me la bautizara. Pues me la bautizó.

-Imagino que conoce el Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. El documento tuvo, en su momento, en los medios de comunicación un eco muy fuerte, pero en sentido negativo. Los obispos fueron tachados de conservadores y retrógrados....
-Me pareció mal el enfoque que se le dió a la noticia. Todo sucedió así porque lo que muchos medios de comunicación querían es que los obispos defendieran el aborto, defendieran el divorcio, defendieran que las parejas de homosexuales se quieren más que las parejas normales,... Yo estoy segura y convencida, de que si hubiera tan sólo un obispo que defendiera esos mismos valores que ahora la Iglesia denuncia, las mismas personas, -que piden a los obispos que se modernicen y cambien sus normas-, serían las primeras que lo criticarían a muerte y se le echarían encima exigiéndole coherencia. Serían los primeros que se escandalizarían, estoy segura.
Conozco bastante el tema sobre la familia y la vida porque he tenido que leer todos los documentos que ha escrito el Papa. Y oír todas las catequesis sobre la familia y sobre los Sínodos de la familia.
Considero, pues, que la defensa de la familia debe nacer en la propia familia, que está completamente pisoteada por todos lados y en una crisis profunda (continuará, en breve).