lunes, 26 de noviembre de 2007

Nuevos Cardenales para la Iglesia

El papa Benedicto XVI impuso ayer (referido al sábado 24 de noviembre) –en el que fue el segundo consistorio de su pontificado- el capelo cardenalicio a 23 nuevos cardenales. Tres de ellos españoles: el Arzobispo de Valencia, Mons. D. Agustín García-Gasco Vicente, el Arzobispo de Barcelona, Mons. D. Lluís Martínez Sistach, y el jesuita Urbano Navarrete Cortés, Rector emérito de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Como era de suponer, el laicismo más imperante y potente de nuestra sociedad española ha explicado ya el por qué de este nuevo consistorio. Numerosos artículos de opinión en los diferentes medios de prensa escrita relacionan en el mismo paquete la beatificación de los mártires, la discutida ley para la “educación de la ciudadanía”, la creación de los nuevos cardenales, y por medio aparece la temida ley de la “memoria histórica”. Increíble pero cierto. Deberíamos percatarnos y sensibilizarnos más con el mundo que nos rodea. Y no estaría de mal empezar a conocer y entender aquello que después se opina. Me resulta asombroso leer artículos de opinión acerca de estos temas tan actuales para nuestra Iglesia y percatarme de que entre línea y línea se utilizan términos o palabras que nada tienen que ver con aquello a lo que se hace referencia. Pero hombre ¿cómo podemos opinar a cerca de algo que no conocemos? ¿Será que decimos lo que oímos? ¿Será que no nos importa en tal de que lo que afirmemos repercuta negativamente a la Iglesia? Entre otras cosas la religión no deber ser el espacio para la instrumentalización política. Este segundo consistorio del Papa Benedicto XVI no es un premio a tres eclesiásticos relevantes de España ante una situación difícil y comprometida con el Gobierno. Ni tampoco una coraza de hierro para afrontar la situación del estado, cada vez más difícil con la Iglesia. Más bien podemos referirnos a esta cuestión como una deferencia y una muestra de confianza personal del Papa a cada uno de ellos: a uno como signo de gratitud por el éxito de la Jornada Mundial de las Familias, a otro como premio a una labor pacificadora y moderada en su respectiva diócesis, y al último como reconocimiento por la dedicación a la ciencia teológica. Del morado arzobispal al púrpura cardenalicio –un salto cromático- para significar que “deben estar dispuestos a portarse con fortaleza, hasta el derramamiento de la sangre, por el incremento de la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del pueblo de Dios y por la libertad y la difusión de la Santa Iglesia Romana”.

(Publicado en el Periódico Mediterráneo el domingo día 25 de noviembre del 2007) Las últimas líneas -que sí aparecen aquí- fueron suprimidas por cuestión de maquetación de la página.