Es el último viernes del mes de abril. Y els Pelegrins de Les Useres comienzan su rogativa hacia Sant Joan de Penyagolosa. Una tradición nacida en la época medieval y que tiene como finalidad pedirle a Dios salud, paz, y lluvia del cielo. Da nobis salutem et pacem, et pluviam de caeli cantaban y cantan los peregrinos buscando un auxilio divino para aplacar estas tierras de cualquier peste, guerra o sequía, que por aquel entonces sí eran frecuentes. Hoy, más bien deberíamos todos buscar el alivio humano y espiritual que nos ayude a crecer como personas y como cristianos. Si nos damos cuenta nuestra vida es como ese recorrido que ayer comenzaron los doce peregrins. Nuestra historia transcurre por senderos más o menos fáciles, por caminos pedregosos, por duras cuestas. Y cuando parece que, a veces, perdemos el rumbo Alguien nos sostiene, porque no estamos solos. Ojalá los que peregrinan hacia ese santuario y lleguen hoy a la meta descubran la importancia del silencio. De lo que se esconde detrás de él. Y por supuesto, de lo que significa cuando eso se interioriza. Que el revuelo mediático que vive Les Useres no apague o disfrace el auténtico sentido de la peregrinación.