lunes, 15 de noviembre de 2010

Santo Padre: ¡la prensa está servida!

Las 36 horas que Benedicto XVI ha pasado en España han dejado un amplio surtido de titulares para la prensa –especialmente, la nacional-. Sin embargo y como siempre sucede en estos casos, la repercusión mediática ha servido la mesa a todos los comensales. De una forma especial, a aquellos que preferían la carne –los incrédulos- antes que el pescado –los creyentes-.La familia, el divorcio, el laicismo, el aborto y la política han sido tratados de todas las maneras posibles. “El Pontífice no desaprovechó la dedicación al culto de la nave central de la Sagrada Familia para insistir en sus obsesiones” afirmaba uno de los enviados especiales para cubrir el evento, mientras que otro se afanaba en decir que “la Iglesia exhibe su experiencia en el mundo del espectáculo”. Como sacerdote me duelen estos comentarios hacia una Iglesia que nunca impone sus “espectáculos” sino que los propone. Como periodista entiendo el trato de una información religiosa que, antes de estar por la neutralidad, más bien busca el laicismo.
La segunda visita de este Pontífice al país, no era La Liga Española de fútbol pero también merecía contentar a tantos y tantos seguidores de la fe, que con su trabajo y esfuerzo y sus impuestos contribuyen a levantar la nación. Unos fieles católicos que ante el sabor agridulce de una sociedad descristianizada necesitaban la visita de un apóstol. De un peregrino de la fe, que no vino a buscar polémica sino a traer paz y ánimo, en momentos de crisis económica. Y a proponer verdad y libertad, solidaridad ante la situación actual, y a recordar que Dios vuelva a resonar en la Europa que se construyó con raíces cristianas.
No podemos pretender –y es más que lógico- que un Papa venga a España a hablarnos de lo maravillosos que somos y de lo magníficas que hacemos las cosas. No es la misión del Papa apoyar a quien va contra el evangelio. Sí, escucharle, ayudarle y orientarle. Que es lo que hace un padre cuando verdaderamente quiere a un hijo. Porque -por si no lo saben-el Papa es como un padre para los católicos y como tal debe actuar. Por tanto, la visita de un padre siempre es una alegría para un hijo. Aunque siempre están los hijos que no aceptan a los padres y, que por tanto, se revelan contra ellos.
No obstante, dejando a un lado los matices religiosos, algo queda claro en esta visita. Santiago y Barcelona se convirtieron por dos días en el símbolo de la concordia. El mismo Príncipe Felipe afirmó que estos tiempos complejos “requieren de la firmeza, del compromiso personal y del esfuerzo de los gobernantes”. Ese fue el empeño de Benedicto XVI, como gobernante de la Iglesia. Firmeza de pastor como transmisor de la fe y comprometido con sus hermanos, con su pueblo.
Una reflexión para que los titulares de nuestra prensa no coaccionen nuestra libertad, cuando precisamente es la verdad el cimiento sobre lo que debe edificarse la vida humana. Mientras no tengamos clara esa afirmación: Santo Padre ¡La prensa está servida!

(Este artículo lo publica hoy lunes, día 15 de noviembre, el Periódico Mediterráneo -en su sección de opinión-)

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