jueves, 23 de noviembre de 2006

EL PAPA DEL DIÁLOGO

Para nadie es un secreto. La vida de Juan Pablo II toca a su fin y las impactantes imágenes que nos han transmitido los medios de comunicación durante estos días son reflejo de ello. Hemos visto un Papa cansado por la enfermedad, por su avanzada edad. Y sin embargo, ha querido estar hasta el último momento con sus fieles. Muchos son los que han criticado el lamentable estado de un Pastor que con salud tan crítica pueda gobernar una Iglesia Universal. Para los que no creen ni en el Evangelio ni en los que lo predican, el Santo Padre no sigue gobernando a su grey. Es un mero instrumento en manos de un poder jerárquico que ha ocupado su lugar. Sin embargo, para los que creen que Juan Pablo II sigue gobernando como Obispo de la Iglesia Romana, la cruz tiene un sentido, el sufrimiento es aceptado y adquiere un valor supremo. Desde esta visión se acepta el estado del Pontífice: "Gobernar hasta que Dios quiera".

Ayer mantuve una conversación telefónica con Paloma Gómez Borrero. Ella mejor que nadie conoce al Papa. Le pregunté sobre la veracidad de las noticias que aparecen constantemente en los telediarios sobre la salud del Pontífice. Con tono nostálgico me respondió: "Realmente hay una transparencia total de la información. Es verdad que el Papa está gravísimo y él mismo es consciente de que se está muriendo". Después, me dijo: "Héctor, lo que ha sembrado en sus 26 años lo está cosechando ahora. Ha sido el hombre de la paz y del diálogo". En mi corazón resonó la palabra esperanza. Una palabra de quien confía en algo o en alguien y no se encuentra defraudado. Creo que el talante de Juan Pablo II ha desbordado todos los parámetros. Incluso en sus momentos finales. Ha sido el siervo fiel y solícito que confía en la Providencia.

Las últimas palabras que pronunció Paloma Gómez eran: "Es como una vela que se está apagando". Es cierto que su corazón deja ya de latir pero su memoria e identidad trascenderán en la Eternidad. En un tiempo que no acaba.